Quien es capaz de observar con tranquilidad y detenimiento unas manos amigas o próximas, no puede estar de acuerdo con la afirmación de que no sirven para gritar. Su crispación ante lo irremediable o lo injusto es, muchas veces, la expresión más clara del grito de aquellos que luchan para que no suceda. No es problema de las manos el no poder sujetar al mundo. Es el mundo el que de manera absurda y con frecuencia monótona, el que se obstina en seguir dando vueltas en pos del sol de cada mañana. Al menos en eso debemos agradecerle su movimiento. ¡Que triste sería levantarnos un día y que, ante una parada calculada de reflexión por parte de éste, nos encontraramos en la más absoluta oscuridad !!
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Quien es capaz de observar con tranquilidad y detenimiento unas manos amigas o próximas, no puede estar de acuerdo con la afirmación de que no sirven para gritar. Su crispación ante lo irremediable o lo injusto es, muchas veces, la expresión más clara del grito de aquellos que luchan para que no suceda.
No es problema de las manos el no poder sujetar al mundo. Es el mundo el que de manera absurda y con frecuencia monótona, el que se obstina en seguir dando vueltas en pos del sol de cada mañana. Al menos en eso debemos agradecerle su movimiento. ¡Que triste sería levantarnos un día y que, ante una parada calculada de reflexión por parte de éste, nos encontraramos en la más absoluta oscuridad !!
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